Saturday, September 13, 2008

PALOMITA BLANCA " ES UN VIENTO MALO , VIDALITA UN VIENTO FRIO"

- Puras cabezas de pescado - me dijo la Mirta, cuándo le conté.
Aunque no debí haberlo hecho pero la hice jurar, ¡y a quién le iba a decir, si no!
y la Mirta me dijo que tuviera cuidado porque esos jóvenes, eran medios corrompidos y seguro que iban a terminar todos presos, que ella, ¡cuando había oído hablar de Silo!
- El Bruno dice que todavía no estoy lista.
- ¿Y qué vas a hacer, cuando estés lista?
- La pura que no sé... No sé si me atreva.
- Seguro que te van a hacer alguna cochinada...
- Pá mí que Juan Carlos ya no más. .
Se ofendió con lo que le dije.
Y me dio miedo al tiro, cuando dije eso.
- Es un joven bastante raro tu Juan Carlos.
- ¡Si tú lo conocieras!
Ya estábamos como a fines de agosto y nadie hablaba sino de política, de manifestaciones, y la radio puros discursos y mi madrina dale que dale con Alessandri, y que el tío Lucho, que si no salía Alessandri que qué iba a ser de nosotros y mi mamá que llegaba a buscarnos todo el tiempo, que andaba más agitada, y me dijo que ahora sí, y venía con todos los chiquillos y yo fui a dos concentraciones más, que más las apreturas, aunque cantábamos y dábamos gritos y en la segunda un joven que llevaba una bandera chilena como que me anduvo siguiendo, porque se instaló a mi lado y no se me despegaba, más ligote, y me dijo que le ayudara a sostener la bandera chilena, y cada vez que nos poníamos a gritar, me miraba a los ojos, como si estuviéramos cantando a dos voces, y me dijo que él era de las juventudes comunistas y me dijo que yo tenía unos ojos verdes preciosos, lo que yo ya sabía.
Como todo estaba revuelto, y habían peleas, y se dieron de golpes allí mismo, en la calle Salas, con Lastra y llegaron los carabineros con el Grupo Móvil que lo llaman y tiraron bombas lacrimógenas que la casa se pasó entera y todos llorábamos y mi madrina decía que a dónde, que en tiempos del finado Lucho, y habían disparado contra un joven que estaba pintando una pared y se decían montones de cosas, traidores y vendidos y momios y ladrones, y no se qué, y ya no podía ni salir a la calle, y todos andaban como sordomudos haciéndose señas, que el uno, que el tres, y en el colegio nos dieron vacaciones que qué iba a hacer yo con las vacaciones, aunque la mamá me vino a buscar y me dijo que mi lugar estaba en la población y pa allá me fui un día, que se me había olvidado,cómo era eso, que la mejora se estaba cayendo y no tenían luz, puras velas, y el agua había que ir a buscarla en chuicos como a seis cuadras y todo en medio del barro y la cochinada y los hermanitos medios desnudos, y el tío Beno, que me cargaba verlo, que me dolía el estómago verlo, el viejo ni me miraba siquiera y la mamá hacía té con sopaipillas en un brasero y entraba y salía gente, los vecinos y toda la población con banderas chilenas y con letreros de Allende, más grandes los letreros, y me dijeron que en dos semanas más, que íbamos a ganar, que por fin los pobres, que a don Beno le tenían prometida una casa con living y todo, y mi mamá estaba más brava y un día se agarro a peñascazo limpio con otros pobladores que eran tomicistas y una piedra le dio en la cabeza a la vieja, y hubo que llevarla a la posta para que la cosieran y mi madrina dijo que eso le pasaba por mala de la cabeza, y yo le decía que mejor nos, preocupábamos de los chiquillos que el Porotito no tenía ni siquiera zapatos, y andaba casi en pelotas y un día lo íbamos a encontrar muerto, y a mi que me gustaba tanto el Porotito, un día, si yo pudiera tener un hijo de Juan Carlos, me decía, cuando me ponía a soñar en la pieza, porque, eso sí, nunca me quedé en la población, que qué me iba a quedar si en el rancho no había dónde, y que qué iba a dormir en el suelo cuando donde mi madrina tenía hasta sábanas y la mamá me decía que yo era una momia, y que seguro que era alessandrista, aunque yo le juré que no.

Cuando ya faltaba como una semana y yo tenía que ir todos los días a la población a pegar letreros y a gritar en las concentraciones, que ya me estaba cabriando, y el joven de la bandera volvió a aparecer y me dijo que cómo me llamaba y yo le dije que María, él se llamaba René y me dijo que íbamos a celebrar el triunfo juntos, pero yo, bien indiferente, y un día supe que Juan Carlos había ido a buscarme donde mi madrina, y me repelé, palabra que me dio más rabia, que me dije, ahora sí que no vuelve más, que qué tenía yo que andar metida en esos tetes, y nada al día siguiente me quedé en la casa, por siaca, y llegó, llegó como a las once de la mañana y andaba en el autito chico, ahora, con otros pantalones que seguro que debe de tener un montón, que estos eran como morados y una camisa de encajes más linda, que ya me quisiera yo, que se le veía todo debajo y me dijo que subiera y subí y partimos hacia el centro y después por Providencia hacia arriba hasta un lugar que se llama "Las Terrazas" donde había mesitas afuera y nos sentamos y Juan Carlos pidió dos Coca-Cola y como que estaba enojado porque no me habló durante un buen rato.
- ¿Por quién vai a votar?
Yo le expliqué que por nadie, porque era muy cabra.
- ¡Sí! Pero, ¿quién te gusta?
Yo que no me atrevía a decírselo, que total la política es pa puro pelear, y seguro que él era alesandrista, porque la Mirta Soto me había dicho que era un momio, así que le dije:
- Mira, no sé... No me he decidido...
- ¿No eres allendista?
Como que adivinaba todo, Juan Carlos.
- No me gusta nadie.
- Va a ganar Alessandri -me dijo.
- ¿Tú crees?
- El viejo dice que gana Alessandri, a la vela.
El viejo es re amigo del Paleta.
Tú sabís que mi mamá es sobrina del Paleta.
-Y a ti. ¿Quién te gusta?
- ¡Nadie! - gritó-. ¡Nadie! Y, en voz baja -
¡Silo ha pedido la abstención! ¿entiendes?
¡Nadie de Silo vota! ¡Porque los candidatos son impuros!
0 sea, Bruno pasó el mensaje...
Todos, los tres, son iinpuros, ¿cachai? los tres están condenados...
La iglesia de Silo, dijo Bruno, no se mete en estas farsas.
- Pero, Juan Carlos...
- Nosotros vamos a salvarnos María.
Nosotros los de Silo. 0 sea, mis hermanos se ríen de mí, porque no sé cómo supieron.
¿Seguro que no se lo dijiste a nadie?
- No, Juan Carlos. No conozco a tus hermanos.
Ni siquiera... si ni siquiera sé cómo te llamas, el apellido, quiero decir...
¡Juan Carlos Eguirreizaga! -me explicó, como extrañado. Eguirreizaga Montt...
Y mi papá es don Nicodemo Eguirreizaga...
¿No lo conoces?
- No.
- El viejo ha sido ministro dos veces.
Y, ahora, es uno de los, capos del Partido Nacional.
Momio por todos lados.
El viejo es el brazo derecho de Alessandri...
La otra noche estuvo el Paleta a comer en la casa y mis hernranos, bueno, el José Luis, que es de Fiducia y los otros que son tomicistas hasta el cogote, y se pusieron a discutir con el Paleta y se armó la grande, porque el papá dijo que no aceptaba que se le faltara el respeto a don Jorge, y la mamá se puso a llorar y don Jorge me preguntó que qué ideas tenía yo y yo le dije que yo no apoyaba a nadie, porque todos los políticos, le dije, eran unos limpuros, y el viejo del papá se puso hecho una furia y me echó del comedor, y me cortó la mesada, y me amenazó con meterme a la Escuela Militar...
Y, mientras me explicaba esto, llegaron un montón de chiquillos y chiquillas y todos conocían a Juan Carlos y las chiquillas eran más lindas, y más, elegantes, como de la "Paula" eran, con unos alones de terciopelo y otras con unos ternos como de seda y todas conocían a Juan Carlos, y yo no sabía donde meterme, porque andaba de nuevo con los yines y unas zapatillas de tennis más viejas, y una chomba medio desteñida, pero todos me trataron como si fuera del grupo y hablaban de irse en la tarde a Algarrobo a una casa de no sé quién y que tenían un yate y que podían llegar hasta Los Vilos, y después se pusieron a hablar de política y unos eran tomicistas y otros alessandristas y, todos gritaban y que si iban a la concentración o no, y que Tomic había juntado más de cien mil personas.
Era bien divertido porque por la calle andaban más grupos y autos y tocaban las bocinas y montones de señoras comprando cosas.
Entonces llegó un hermano de Juan Carlos que era más alto que él y más flaco y con anteojos y con un traje bien de caballero con corbata y todo y ni la sombra de Juan Carlos, me trató como si no estuviera allí me dio la espalda y era más el Juan Carlos que nunca presentaba a nadie y cómo iba a saber, y después el hermano me dijo, -¡oye negra!
Y a mi me dio más rabia.
Después Juan Carlos se paró y se fue con todos ellos a no sé dónde se fue, me dijo, no, no me dijo nada, me hizo un gesto con la mano casi sin mirarme, y yo alcancé a decirle ¡Chao!
Y yo me quedé en Providencia casi al llegar a Los Leones, sin plata pa la micro, sin nada.
Y tuve que irme caminando hasta la casa que me demoré como una hora en llegar y me dolían los pies, y lo más, era que tenía más rabia.
Claro que cómo iba a saber Juan Carlos que yo no tenía plata pa la micro.

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