Saturday, September 13, 2008

PALOMITA BLANCA " PALOMITA ENFERMA, VIDALITA DE ALITA QUEBRADA"



Yo no sé que le dio a Juan Carlos con eso de invitarme a bailar.

Yo pensaba que no le gustaba mucho, y nunca, ni siquiera se me había pasado por la cabeza, aunque yo sabía bailar algo, porque con la Mirta habíamos practicado, y en la casa de la Mirta tenía televisión y a veces veíamos unos festivales y los Sábados Alegres y bailábamos solas, y por lo menos unas dos veces al año había una fiesta donde la Mirta, y allí bailaba con algunos jóvenes y me encantaba bailar, pero me suponía que Juan Carlos no tenía interés en eso, como era de Silo.

El problema fue conseguirme ropa, porque no podía ir con los bluyines que estaban más viejos, y fui a ver a la Telma, que siempre me sacaba de apuros, y la Telma me dijo que no me iba a quedar bueno nada, porque yo tenía las piernas mucho más largas y el pecho más plano y era mucho más estrecha de cadera, tú tenís cuerpo de hombre me decía la Telma, y se creía más, todo porque tenía esos senos grandes y tenía más éxito en la Fuente de Soda, y los Viernes y Sábados, me dijo, ella no llegaba a la casa, que le aguantaban todo a la Telma, pa eso me mato trabajando, decía, y que había unos jóvenes y un chofer de taxi que era su firmeza y que la sacaba a comer a los restaurantes finos y la otra noche habían ido a comer al " Cantagallo" allá por Las Condes, y comieron pastel de choclos y antes comieron erizos y después se quedaron en el auto, que era un auto nuevo, un Ford, que le habían dado recién en el Sindicato, y que era suavecito y corría más, y que ella no era tonta y que cada vez que podía y que el joven era harto delicado, y que lo hacían como tres o cuatro veces hasta que ya no podían más , y que otras veces la invitaban otros jóvenes que todos se volvían locos por ella, y que cuando la llevaban a dormir iban siempre a "Las Torcazas", allá por La Reina, donde habían unas piezas bien limpias y decentes, con baño y todo, y agua caliente, y le decían que tenía el cuerpo de un diosa, le decían, aunque ella no les creía nada, porque no era na tonta, y sabía que estaba un poco gorda, pero así le gustaba a los jóvenes. Era más fresca y creída la Telma.
- ¿Y tu Juan Carlos?

¡Na ni naa!
- Me va a llevar a bailar.
- Sí, pero... ¿de lo otro?
- ¡Telma! ¡No seai tan rota!


- A ti te falta mucho, todavía...
¿Quieres decirme que ni siquiera te ha dado un beso?
Yo no podía contarle todo a la Telma, que era como descarada y creía que todo había que decirlo, y se ponía a contarme con detalles lo que hacía ella con los jóvenes y a mí me daba un poco de vergüenza, aunque aprendí algo.

Por suerte la Telma tenía una hermana menor y me dijo que iba a ver qué podía hacer, en todo caso, me volvió a prestar los zapatos Orlando y la Dunova roja que me quedaba lo más bien.
Y a mediodía me avisó que su hermana me iba a prestar un terno que tenía y que yo podía arreglarlo un poco y me iba a quedar bien, y cuando me lo puse me quedó bastante bien, aunque un poco suelto de caderas, pero mi madrina, que al principio se molestó mucho, pero después me dijo que si era un joven serio, y que si no llegaba muy tarde, y me arregló lo más bien el terno que era como de lanilla rosada y con la chaleca verde se veía bien y además me puse el pañuelo ese que me trajo el Juan Carlos, y la Telma me insistió que tomará una píldora de esas, cuando le conté que estaba en la época peligrosa, y ella me dijo que nunca se sabía lo que podía pasar y me tomé la píldora con más miedo.

Llegó como a las nueve, lo más elegante que hay, como de terciopelo lila, con la camisa llena de encajes, y unos zapatos de charol preciosos, parecía un príncipe, me dio tanto gusto, y me miró medio raro, pero no me dijo nada, y nos fuimos en el autito a "Le Moustache" que quedaba por ahí por Vitacura, y adentro estaba bien oscuro y había luces de colores y una bulla más grande, y Juan Carlos pidió unos cortos, que eran como piñas enteras medio abiertas, y adentro hielo picado y los cortos, con unas pajitas, y después salimos a bailar porque me dijo que estaban cantando los Rollistones, que después de los Beatles eran lo mejor que había y se puso a bailar y era más bueno pa bailar, se movía y hacía pasos y se quebraba entero y el pelo se le caía sobre los ojos, como un joven argentino que vimos bailar en la televisión, con la Mirta, en los programas de Don Francisco, y era el mejor de todos, lejos, y yo trataba de seguirlo y copiaba todo lo que él hacía y él se daba vueltas y como que se iba pa otro lado y yo lo seguía moviendo las caderas y los brazos y estaba medio perdida, pero algo hice, le puse más empeño y al segundo baile ya estaba mejor y después me puse a tono, como que lo seguía bien, y él me dijo que tenía yo un ritmo caballo, y como yo siempre parece que tengo un poco de ritmo, porque siempre, cuando camino, como que muevo las caderas pa los lados, mi madrina me había dicho ya que no lo hiciera porque eso era muy provocativo, me decía, y que por suerte no era muy gorda, pero como tengo esa costumbre, como que de nacimiento, digo yo, Juan Carlos encontró que bailaba lo más bien.

Después pidió la cuenta y me dijo que mejor nos íbamos a otra parte, que eso estaba macabro, y lleno de cumas, me dijo y que estaba como el ajo, y que no había onda y que había que buscar una onda descueve, y que el grupo no sé dónde andaba, y yo me había hecho la ilusión de que íbamos a estar solos y pagó como ochenta escudos por esos dos cortos que apenas los probamos.
Y nos fuimos a "Las Catacumbas" que estaba por Santo Domingo, y nos trajeron otro corto con luces adentro, lo más elegante, unas estrellitas encendidas bailamos otro poco y yo ya estaba medio sudada porque el terno era más grueso, y después dijo que eso estaba siniestro y que mejor nos íbamos al tiro a otra parte porque allí había onda Escorpión, así dijo, y nos fuimos al "Eve" que era una discoteque nueva que estaba por Vitacura al fondo, allá por donde vive el Juan Carlos, y que era como una casa bien bonita y con hartas luces y había montones de autos y estaba lleno y allí estaban algunos del grupo y la Pilola, que me caía más mal, y que ya se había sacado el yeso, y la Mónica y otra niña que le decían Grace, y que era más linda, y que sacó a bailar al Juan Carlos, y yo en la mesa, planchando, y bailaron harto rato, y después tocaron unos como boleros y se pusieron a bailar agarrados, y la Grace que era casi tan alta como yo, le pegaba la cara al Juan Carlos, y yo estaba más mal, más enojada, me sentía pésimo y cuando terminó el baile Juan Carlos me dijo que bailáramos y por suerte tocaron otros como boleros, y Juan Carlos me tomó bien fuerte y me acercó la cara y yo tenía más nervios, y cuando sentí su cara que estaba también medio sudada, y me apretó la mano y después ya ni me acuerdo de lo que estaban tocando, pero era algo suavecito, como de Frank Sinatra, y Juan Carlos me tenía su cara muy apretada y yo sentía el pelo de él, y hasta podía besárselo, y la boca de Juan Carlos estaba como cerca de mi boca, y él iba como corriendo su boca, y yo temblaba, la pura que me sentí más tonta, aunque ya me habían dado algunos besos, un primo de la Mirta, que me había dado un beso una vez, en un bautizo que hubo, y después, cuando íbamos con la Mirta a la matiné del teatro Nilo, en el centro, unos jóvenes medio frescos, pero esto era distinto, y cuando su boca se acercó más y más, y bailamos y yo me movía como siempre, movía las caderas hacia los lados, me quebraba que dicen, y yo me atreví y moví un poco la cara y ahí estaban los labios de Juan Carlos que eran suaves y húmedos y me besó, primero con la punta de la boca, que yo tengo una boca un poco grande y de labios gruesos, que dicen que la tengo, bueno, la Telma que se fija en todo es la que dice eso, que se parece mi boca a la de la Sofía Loren, es más la Telma, y me besó de a poco, y yo con los ojos cerrados, apretándome contra Juan Carlos y sintiéndome tan, tan feliz, que le perdonaba todo, lo de la rubia, todo, y estábamos besándonos completamente, ahora, él abría la boca y me besaba más y más, y me metió la punta de la lengua en mi boca, y yo abría mi boca como para comérmelo, y bailábamos con las bocas juntas, y yo creí que me iba a morir de alegría.


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